Amado Fuguet V.
Durante 2010 la polarización laboral y sindical auspiciada desde el sector oficial siguió profundizándose. Sin embargo, lo más resaltante en el ámbito laboral este año ha sido la reacción de trabajadores frente al Estado patrono y la protesta ante las expropiaciones.
Los sindicatos paralelos han convertido su misión de defensa de los intereses de los trabajadores, en otra orientada hacia la agitación política en las organizaciones, en muchos casos como vía para la desestabilización de la empresa, como punto de partida para la justificación de su eventual estatización.
Sin embargo, en muchas empresas el personal ha comparado los riesgos de pertenecer a una nómina estatal –constatables en los problemas laborales que han estallado en emblemáticas compañías expropiadas-. En consecuencia, han generado acciones para frenar tal escenario.
Si bien es cierto que una de las tendencias de 2010 es que las autoridades laborales han buscado restar autonomía a las empresas y los sindicatos para convenir sus acuerdos laborales, una táctica que podría generar situaciones-excusa para intervenciones drásticas, ha habido respuestas por parte de los trabajadores.
Ha ocurrido, incluso, que dirigentes sindicales progubernamentales han comprendido que la estatización no es la mejor opción para sus agremiados, y se han visto en la necesidad de fijar posición pública planteando su cuestionamiento a las expropiaciones.
En este contexto, más que en 2009, el liderazgo empresarial del sector privado, tanto en el ámbito gremial como en las propias empresas, ha buscado un diálogo interno con los trabajadores, para escuchar sus necesidades y exponer la dinámica de las empresas dentro del complejo entorno que hoy viven.
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