Amado Fuguet V.
Es un campeonato entre los productivos y los improductivos. Se juega año a año en la liga interna de las organizaciones. Todas las áreas tienen jugadores en cada bando, y en ambos hay estrellas.
Los dueños aspiran que triunfen los productivos y por eso contratan directores técnicos que planifiquen cada campeonato, escojan a los jugadores con las cualidades adecuadas para cada posición, los entrenen constantemente, los guíen sobre estrategias y tácticas, les ofrezcan consejos sobre su desempeño, los motiven a trabajar en equipo y, sobre todo, a mantener el mejor clima en los vestuarios y en la cancha.
Pero los improductivos también tienen sus estrategias y tácticas. No se presentan o llegan tarde al juego, no hacen equipo, se especializan en las faltas, se mofan de las tarjetas amarillas y rojas y celebran los autogoles. Y en lugar de pasar el balón, hacen rodar bolas.
Por eso los líderes de los productivos tienen el reto de mantener el dominio de la pelota, con mucha comunicación con el equipo y así avanzar más allá de la media cancha para lograr una goleada en cada partido a través de un juego limpio, con armónicos pases, dando un mensaje de confianza a las tribunas.
Si ganan los productivos pasarán a la liga mayor del mercado, donde los competidores clasifican según los resultados de sus propias competencias locales.
Cuando ganan los improductivos la copa interna, la empresa pasa a las ligas menores, donde los equipos sufren de muchos penaltis por las faltas que cometen. Y no hay fanáticos que compren boletos para un juego que no vale la pena.