Amado Fuguet V.
El agravamiento de las crisis económica y política, y los escenarios sobre el desenlace, están generando grandes dilemas en diferentes segmentos del país. Al menos es frecuente observarlo en los ámbitos laboral, gerencial y empresarial. Y los tres se entremezclan.
Los trabajadores, presionados por la inflación, buscan recuperar su poder adquisitivo solicitando mejores salarios. Pero saben que las empresas no están en su mejor momento para responder a estas aspiraciones, ya que están produciendo cada vez menos, a falta de insumos, materia prima y repuestos para sus maquinarias, y en algunos casos con pérdidas derivadas de controles de precios. Se les genera un dilema, pues exigir por encima de lo posible, puede representar cierres que ponen en riesgo el empleo.
Muchos empresarios, ante la imposibilidad de encontrar lo que necesitan para producir y comercializar, se preguntan si vale la pena insistir en trabajar con lo mínimo para sobrevivir, a la espera de que surja un cambio en el modelo económico que permita crecer hacia el futuro; o si es mejor tirar la toalla ante escenarios donde las cosas empeorarán.
Los gerentes y profesionales que observan tales dilemas, también someten a juicio su futuro, y se preguntan si hay que aguantar y seguir encontrando soluciones en la empresa, ante la posibilidad de algún cambio de rumbo en el entorno; o buscar otros destinos donde la incertidumbre no sea el pan de cada día.
Estos dilemas, entre otros, concentran la atención en la agenda de conversaciones formales e informales en las organizaciones venezolanas. Son espacios donde el liderazgo debe participar activamente para brindar la mejor orientación posible en la toma de decisiones personales y grupales.