Amado Fuguet V.
Las proyecciones económicas para el año próximo, por su gravedad, suponen una exigencia superior para los gerentes venezolanos. Tanto en los temas duros, como en los blandos.

La caída del precio del petróleo tendrá severas repercusiones en la paridad cambiaria y la disponibilidad de divisas para que la industria, el comercio y los servicios puedan mantener sus niveles operativos, ya afectados durante el ya recesivo año que culmina.
Los ciudadanos se enfrentarán a una inflación que ya algunos economistas la visualizan en un mayor al 140%, casi el doble de la que se calcula para este año. La gente tendrá además, mayores restricciones para adquirir sus bienes y servicios, dado el empeoramiento esperado del desabastecimiento.
Esto supondrá un duro reto gerencial: gestionar la crisis que impacta a las empresas, a sus clientes y a sus trabajadores.
El entorno planteado limita las capacidades para sobrevivir financieramente, mantener la capacidad operativa y crecer. También es un caldo de cultivo para que el clima laboral pueda verse afectado, por el impacto interno de las medidas que deban adoptarse para gestionar la situación en cada organización.
Pero los gerentes venezolanos han ido demostrando una capacidad de resiliencia y de creatividad que en muchos casos ha permitido incorporar innovaciones. Han tenido también que estrechar la cooperación, buscando mayores alianzas con sus colaboradores, sus proveedores e incluso con empresas competidoras.
Esa fortaleza gerencial que se ha ido curtiendo en las empresas, será crucial para afrontar el severo año que en pocas semanas tocará con mucha fuerza las puertas del país.
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Foto publicada originalmente por El Estímulo.