Amado Fuguet V.
¿Quién dentro de una organización no ha tenido que acudir ante alguien que tiene un conocimiento especializado para resolver un problema o para solicitar orientación sobre la mejor forma de abordar un asunto?
Bien sea en el campo tecnológico, legal, financiero o en cualquier rama, en las organizaciones siempre hay personas que se convierten en centro de atención por el dominio que tienen sobre un tema determinado.
El conocimiento adquirido a través del estudio, por medio de su participación en determinados proyectos, o por la experiencia acumulada en la propia empresa u otras, les confiere un potencial de liderazgo.
Este bagaje y las habilidades asociadas se convierten en una verdadera fuente de poder, que debe ser administrado con ética, desprendimiento y sin arrogancia.
“Es esencial que los líderes (expertos) desarrollen y mantengan una reputación de pericia técnica y fuerte credibilidad”, recomienda Gary Yukl en su libro Liderazgo en las organizaciones.
Quienes se manejan dentro de estos parámetros se convierten en verdaderos líderes y generalmente aportan mucho valor cuando se presentan situaciones de contingencia o crisis, o cuando hay que emprender procesos de cambio en las organizaciones.
Según Yukl, el éxito de la influencia depende de la credibilidad del líder experto y de sus habilidades de comunicación persuasiva, además del conocimiento técnico y la capacidad analítica. Los argumentos, las pruebas y las historias de experiencias exitosas son mecanismos para que este liderazgo sea efectivo y permanente.