Amado Fuguet V.
Sea una empresa, una entidad gubernamental, una ONG, un gremio, o cualquier institución, todos necesitan y deben comunicarse. Es la esencia de toda organización, por su conformación humana.
Pero para lograr un orden comunicacional en función de que esta dinámica se desarrolle en procura de los objetivos de la organización como un todo, de sus unidades, de sus proyectos y de los equipos de trabajo, hace falta tener reglas claras.
Si bien es cierto que los organigramas y las funciones establecen parámetros de actuación, expresos o tácitos, es saludable que se establezcan políticas comunicacionales, que pueden variar por la cultura y características de cada organización.
En el caso específico de la vocería interna y externa, por ejemplo, es fundamental que se establezcan tanto normas como guías de actuación, que deben ser respetadas por quienes forman parte de la empresa o institución.
El rol de vocería de un presidente o gerente general debe estar debidamente establecido, y es distinto al de los gerentes de distintas áreas o proyectos. Además, es cambiante, según la realidad situacional que deba enfrentar la organización. El ejercicio de la vocería en situaciones de crisis, por su impacto y naturaleza estratégica, es diferente al que se aplica cuando se abordan temas más operativos.
Existen lineamientos que el responsable de los procesos de comunicación corporativa debe promover a través de inducciones o canales, preferiblemente presenciales, para que todos los gerentes sepan cómo actuar comunicacionalmente tanto interna como externamente.
Un malentendido que pueda producirse en esta materia, puede generar riesgos reputacionales que, cuando se presentan, son costosos y difíciles de revertir.