Amado Fuguet V.
Las empresas venezolanas están ante un reto gerencial que ha ido tomando cuerpo y que se ha instalado en su agenda asunto de gran importancia, especialmente en el último año: la emigración del conocimiento.
Abrumadas por la falta de materia prima e insumos, en el caso de las industrias, o de productos para la venta, en el caso del comercio, muchas organizaciones no han tenido más remedio que reducir actividades. En muchos casos, han reducido las nóminas, incluyendo personal calificado de alto nivel, parte del cual ha buscado salidas fuera del país.
Pero también por decisión propia, dada la inseguridad, los problemas de la economía y la incertidumbre política, es cuantioso el talento que decide dejar sus puestos de trabajo local para abrir puertas más allá de las fronteras.
Según refirió recientemente Anitza Freitez, directora del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), la población venezolana que emigra tiene entre 25 y 40 años de edad y un alto nivel educativo.
«Uno de los rasgos que diferencia nuestra emigración de la de otros países es el perfil altamente calificado (…) tienen como mínimo la carrera universitaria, pero pueden tener adicionalmente doctorado y maestría», explicó en declaraciones a los medios.
Y con el talento se va el conocimiento. Este es precisamente el desafío. Para los gerentes implica que dentro de las empresas exista mayor intercambio de información. Les corresponde buscar que la gente comparta experiencias, documente procesos, datos, modelos. Supone que se generen espacios para que quienes tengan más conocimiento lo compartan y que la organización como un todo aprenda.