Amado Fuguet V.
El entorno económico es un tema inevitable en cualquier conversación formal o informal dentro de las empresas. E ineludible, por el impacto que tiene en los procesos de la organizaciones.
En forma general, pueden establecerse cuatro escenarios para clasificar los tipos de entorno que los gerentes enfrentan: estable, dinámico, turbulento y caótico.
Un contexto estable, con eventos relativamente predecibles o identificables facilita tanto la planificación como la ejecución de las operaciones, los proyectos e iniciativas que se desarrollan para lograr objetivos y metas.
Pero en realidad, el entorno no es tan cómodo y aburrido. Suele moverse más bien entre el dinamismo, la turbulencia y el caos, especialmente en el ámbito de la economía. Y esto obliga a las empresas a ser competitivas, productivas e innovadoras.
Un entorno dinámico, donde existen situaciones que retan a la zona de confort, puede ser saludable para las organizaciones porque las coloca en un estado permanente de atención y de manejo del cambio.
Muy distinto es un ambiente turbulento, cuando se generan cambios adversos y que evolucionan con mucha rapidez. El comportamiento de las distintas variables –inflación y recesión, por ejemplo- puede generar efectos desagradables en los resultados de las empresas. Son estados situacionales exigentes, en los cuales la gerencia se ve obliga a realizar ajustes, pero actúa en un escenario en el cual se tiene algún grado de certidumbre de que quienes tienen el mando del manejo de la economía están tomando acciones correctas para superar tales desequilibrios.
Pero existen entornos en caos, en los cuales surgen muchas dudas sobre la capacidad de los responsables de la gestión pública de la economía para resolver de los problemas. La incertidumbre se instala en el clima organizacional. Y esto demanda un nivel de liderazgo, gerencia y comunicación superior.