Amado Fuguet V.
Cuando un trabajador ocupa una posición en la empresa, bien sea como gerente, supervisor, profesional, técnico u obrero, aspira recibir servicios.
La calidad y la oportunidad son dos de los atributos que valora, así como la atención y trato que recibe.
Estos servicios, generalmente, son de dos categorías. Primero figuran los que están relacionados con sus necesidades como individuo y acordadas en su contrato laboral, y van desde los asociados a cajas de ahorros o fideicomisos, hasta planes vacacionales o similares que varían en cada caso. Generalmente estos son servicios típicos que ofrecen las unidades de personal o gestión humana.
En otra categoría están aquellos que tienen que ver con los servicios que prestan diversas unidades para que otras puedan funcionar adecuadamente. Es decir, aquellos que forman parte de los distintos procesos de la organización.
El gerente o colaborador, requiere, por ejemplo, que el área de Sistemas mantenga al día los programas y los equipos informáticos que utiliza para desarrollar su tarea eficientemente. O que el departamento de Compras suministre a tiempo los insumos o materiales esenciales para cumplir con los objetivos y metas.
Por supuesto, no basta con ello. Como ocurre con cualquier prestación de servicios, la atención al cliente interno debe ser amable y efectiva, de tal manera que se obtengan los mejores niveles de satisfacción posible.
Es por ello que las unidades internas proveedoras de servicios deben procurar comprender bien las necesidades de sus clientes dentro de las organizaciones, lo que implica escuchar y obervar proactivamente. Al mismo tiempo tienen que dedicar esfuerzos para informar la existencia de cualquier servicio nuevo y sus características.
Todo ello supone gestionar adecuadamente las comunicaciones internas. Cada unidad en la empresa debe cuidar su reputación. Y cuenta para fortalecer una cultura orientada al cliente.