Amado Fuguet V.
En un grupo de enfoque destinado a auscultar varios aspectos de la cultura interna en una organización, alguien pide la palabra. «Llevo aquí dos años. Pero no se han preocupado por decirnos cómo es la empresa. Lo que sabemos lo hemos averiguado preguntando», dice. Y propone que debería haber una información completa sobre la compañía al llegar. «Sólo me dijeron las tareas que debía hacer, pero nada más», agrega.
La inducción es un proceso al que muchas empresas e instituciones le prestan poca atención.
Debería, sin embargo, ocupar un lugar privilegiado. Su propósito es brindarle la mejor orientación posible al personal que está ingresando, de manera que conozca el funcionamiento tanto general de la organización como el particular de cada una de sus unidades, la visión estratégica y los comportamientos esperados que moldean los valores organizacionales.
Es la oportunidad para darle a conocer las políticas, normas y procedimientos. También para que el ingresante esté debidamente informado, desde los beneficios hasta los planes de desarrollo profesional.
La inducción bien estructurada y conducida, puede generar efectos motivadores enormes. Verla sólo como parte de un «checklist», es perder la posibilidad de generar una conexión que profundice el entusiasmo natural de quien entran a un nuevo trabajo.
¿Por qué no darle un carácter más estratégico? ¿No sería conveniente que la gerencia participe activamente?¿Y si usamos diversos canales para impulsar las inducciones?
La comunicación interna efectiva en una organización comienza desde el momento mismo en que la persona ingresa, e incluso desde que se le está captando en el mercado laboral.