Amado Fuguet V.
En épocas cuando la productividad decae, como la que se registra en los tiempos recientes, el menos en el caso venezolano, se amplía la brecha entre lo que se planifica y lo que se ejecuta.
Sobre este aspecto rescatamos algunos conceptos que hemos abordado en otras oportunidades:
Para que las estrategias logren concretarse, se requieren proyectos y planes operativos, de mercadeo, de producción, de ventas y de sistemas, entre otros. En todos, el factor principal es la gente.
Hay planes que incorporan el recurso humano, pero muchas veces como un ejecutor pasivo, que simplemente en un horario determinado realizará unas tareas asignadas. El resultado, desde esa perspectiva, no siempre termina siendo el deseado.
La diferencia está en darle a la gente un rol ejecutor activo, para que los planes sean propiedad de todos. Para ello son indispensables dos cosas: una comunicación abierta y una preparación adecuada.
En la medida en que la gente esté debidamente orientada sobre la razón de ser de la organización y de sus planes y sobre lo que de ella se espera, es mucho más probable que la empresa logre ejecutar con éxito sus planes estratégicos y operativos. Y aún más cuando la gente puede participar con ideas y observaciones.
Por ello el liderazgo debe promover una comunicación gerencial basada en escucha y vocería interna con los distintos actores que hacen vida en la empresa, para impulsar los logros soñados en la estrategia.
Y debe agregarse la motivación. Los retos que se le plantean a quienes integran los equipos de los proyectos, así como el reconocimiento a las victorias grupales e individuales, generan un impulso que debe alimentarse constantemente.
Estas premisas cobran mayor pertinencia cuando desde el entorno se crean antivalores que penetran la organización y perjudican la productividad de la gente.