Amado Fuguet V.

Hace ya casi 40 años (1973), el canadiense experto organizacional Henry Mintzberg proclamó que los directivos tenían tres grupos de papeles que cumplir: los interpersonales, los informativos y los decisores.
El primer grupo (interpersonales) incluye el rol de líder, para guiar, motivar y facilitar la realización del trabajo; de enlace con individuos y grupos dentro o fuera de la unidad que dirige; y la de cabeza visible como representante de la organización.
El segundo conjunto (informativos) lo conforman los papeles de monitor, a través del cual observa, escucha y recoge información valiosa; de difusor sobre contenidos de interés para la organización; y el de portavoz ante agentes externos, lo que exige un conocimiento profundo de la entidad que dirige y su entorno.
El tercer grupo (decisores) lo constituyen los roles de emprendedor o promotor de cambios organizacionales; de control de crisis o dificultades; de asignador de recursos humanos, financieros, técnicos, humanos y logísticos; y de negociador con actores internos o externos.
En total, son diez papeles clasificados en esos tres grupos, cuya prioridad se alterna y combina por la realidad de cada empresa y las situaciones por las cuales atraviesa. Sin duda, siguen vigentes. Y casi todos esos papeles exigen actitudes y habilidades de comunicación.
Lo que ha variado es la complejidad de las organizaciones, impactadas por un entorno cada vez más exigente, así como por las nuevas realidades derivadas de los avances tecnológicos y comunicacionales.
Los gerentes deben saber administrar estos papeles sugeridos en el modelo de Mintzberg y comprender qué, cómo y cuándo comunicar al asumir cada uno de estos roles, privilegiando siempre lo presencial, pero usando también los recursos digitales, incluyendo las redes sociales. Las comunidades internas y externas a la organización tienen sed de participación, lo que invita a asumir este reto con una visión multidireccional.