El mitin no ha muerto

Amado Fuguet V.
“Es muy importante abrir los ojos a que somos una sociedad cuyos asuntos públicos debemos gestionar entre todos. Se llama sociedad por eso, porque somos socios, y no hay ninguna empresa de la que te puedas desligar, no es conveniente dejarlo en manos de los ejecutivos. No es práctico ni inteligente”.
Esta frase es de Fernando Savater. En su más reciente libro, “Ética de Urgencia”, el filósofo y escritor español aboga por la participación de la gente. “El gran invento de la democracia griega -recuerda- fue imponer a todos los ciudadanos que acudiesen a discutir y a votar los asuntos que les concernían”.
En Venezuela parece que es lo que está ocurriendo. Durante el desarrollo de la campaña electoral, incluyendo las primarias, y hasta la votación de este domingo, la participación de la ciudadanía fue masiva.
Uno de los elementos característicos de este proceso político ha sido el reencuentro con el mitin, evento de reunión presencial masiva entre el aspirante y los votantes. Pero esta vez ha ocurrido un fenómeno, que rompe con el esquema que caracterizó al esquema tradicional, donde la unidireccionalidad era la regla.
La presencia cara a cara del líder se convierte en el mensaje principal, muy valioso y distintivo ante el contacto meramente mediático. El líder, por supuesto, da contenido con sus propuestas racionales y motivacionales a través del discurso. Pero la gran diferencia la marca el ciudadano, al acudir en masa por voluntad propia, con símbolos y expresiones, lo cual, como un todo, también produce un mensaje. No acude simplemente a conocer al candidato y sus planteamientos. Se presenta para exponer sus criterios y sus sentimientos. La escucha mutua genera en consecuencia emoción.
Estos grandes encuentros, al mismo tiempo, generan resonancia. No sólo por TV y radio, como era lo tradicional, sino además a través de los canales y comunidades creadas por la propia gente a través de los medios sociales, antes, durante y después de cada concentración.
De esta manera el mítin cobra vida, porque la gente participa. No es un actor pasivo. El líder y sus seguidores generan, entre ambos, un mensaje.
El voto es el desenlace, pero el mitin, bajo sus nuevas características y con distintas modalidades de intercambio presencial y virtual, sigue siendo fundamental.
Y es una de las formas mediante las cuales la necesaria participación del ciudadano en política que plantea Savater, se hace posible.

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