Amado Fuguet V.
En un taller que ofrecíamos recientemente en una empresa de transporte sobre “El rol comunicacional de gerentes y supervisores”, un participante –genuinamente acucioso -, se preguntaba si cuando le tocaba dialogar con grupos internos o externos de la empresa, lo hacía sólo en nombre de ésta, o de alguna manera se representaba también a sí mismo.
Le comentamos que en realidad la representatividad siempre hay que verla tridimensionalmente: organizacional, grupal e individual.
Un gerente debe tener claro que cuando asume su rol comunicacional como tal, tiene en primer término una responsabilidad organizacional. Está actuando en nombre de la empresa, y por lo tanto, se interpretará todo lo que diga o haga, como la posición de la organización.
Pero también puede tener una representatividad grupal. Si es un gerente de Mercadeo, de Administración, de Gestión de Personal, o de cualquier función o proyecto; encarnará esa filiación, por lo que también podría interpretarse que está dialogando o interviniendo a su nombre. “Estoy hablando en nombre de la empresa”, podría aclarar, pero aún así, el sello departamental o funcional estará presente.
La tercera dimensión es la más ineludible. Toda persona, aún cuando actúe como cara de una organización o un grupo, pone en juego su propio prestigio. Su desempeño en cada oportunidad de intercambio comunicacional, también quedará asociado a su marca personal.
La responsabilidad, en consecuencia, es triple. Por eso, en cada oportunidad que a un gerente le corresponda intervenir en una charla, una negociación o cualquier evento donde le corresponda interactuar, debe cuidar las tres perspectivas.