Gerenciar y emprender en redes

Amado Fuguet V.

Carlota Pérez, investigadora.

Conformar alianzas a través de redes para crecer y desarrollarse puede ser la gran diferencia estratégica para las empresas, grandes y pequeñas. Es una tendencia que se convierte en oportunidades, multiplicadas por el impacto de la revolución informática e Internet.

Este desafío forma parte del escenario que ha identificado la venezolana Carlota Pérez -investigadora en centros como London School of Economics, Cambridge y Sussex- y que dispuso en la mesa a los empresarios, emprendedores y gerentes que asistieron al Congreso 2012 de Conindustria, realizado en Caracas.

¿Cuáles son las ventajas de esta era que hay que aprovechar? Acceso sin precedentes al conocimiento mundial, facilidad para cooperar en redes locales y globales, conexión clientes y proveedores por Internet, posibilidad de transacciones en línea, disponibilidad de software técnico y administrativo, ampliación del ámbito de servicios en línea, y un largo etcétera.

Pérez considera que de una era de producción en masa con petróleo barato, hemos pasado a un nuevo paradigma, que está dejando atrás la estandarización, para abrir espacio a la diversidad y adaptación, donde los nichos de especialidad son cada vez más numerosos.

En ese nuevo modelo prevalecen la innovación frente al cambio dosificado; el capital humano creativo versus el anterior esquema de recursos humanos disciplinados; las redes interactivas con empoderamiento sobre la vieja pirámide de mando y control, entre otras realidades.

Hay que recalcarlo: la innovación es ahora la base de la competitividad. Lo que advierte Carlota Pérez es que no es un proceso que cada empresa adelanta en forma individual, aislada. Su potencial y dinamismo está en la generación de sinergia en redes.

“Las empresas establecen redes de cooperación para la innovación con proveedores, socios y competidores. Y cada nodo en la red eleva constantemente el aprendizaje, la disposición y la capacidad de innovar”, expone, para extraer como conclusión que de esta manera se reducen costos y se maximizan resultados.

Esta organización en red puede expresarse en diversas formas. Por ejemplo, en cada tramo de la cadena de valor de empresas de cualquier tamaño pueden crearse redes entre los usuarios y los productores especializados en cada eslabón de la cadena. También pueden darse alrededor de una gran empresa.

Pero hay algo interesante que Pérez visualiza: las redes entre competidores. Aquí lo que ocurre es que dentro de un país o región, por ejemplo, las empresas del mismo sector participan en redes comunes, lo que les da competitividad para aterrizar con mayor éxito en los grandes mercados.

Hay un reto mayor e indispensable en este sistema de innovación en redes: que también sean protagonistas las instituciones de ciencia y tecnología y las que bridan apoyo tecnológico, como las universidades, los laboratorios de investigación y desarrollo, las asociaciones gremiales y las empresas de ingeniería y consultoría.

“El fortalecimiento de cada uno, fortalece al conjunto”, insiste Pérez, quien agrega que para construir estas redes y aprovechar mejor esta oportunidad hace falta una alta dosis de inversión en educación y una visión de consenso entre los sectores privado y público y la sociedad.

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