Amado Fuguet V.
Existe un cuestionamiento sobre la credibilidad de los resultados de las encuestas políticas en ambientes preelectorales. También sobre el uso propagandístico que de ellos se hacen en este mismo contexto. A algunas encuestadoras, incluso, se les acusa de parcialidad política.
Pero más allá de este fenómeno con el cual han tenido que lidiar las firmas que investigan la opinión pública, las encuestas siguen siendo un instrumento esencial, ya que constituyen una fuente de información muy útil para la toma de decisiones relacionadas con campañas electorales, con políticas públicas, con iniciativas empresariales e incluso con actuaciones individuales.
En campañas políticas, por ejemplo, la opinión que el público tiene sobre temas clave, es considerada a la hora de definir estrategias sobre los asuntos sobre los cuales enfocarse y los mensajes correspondientes.
Son tan determinantes las encuestas políticas, que los expertos argentinos Federico Rey y Alejandro Piscitelli, han dicho que se pasa de la lógica de la convicción-donde los candidatos tienen unas creencias que intentan que sean compartidas por los electores- a la lógica de la seducción –en la que los candidatos, para agradar al público, se transforman en personajes que actúan el “guión” que les dictan las encuestas.
Podrá haber encuestas que se construyan con fines propagandísticos, pero los comandos de campaña más profesionales, toman muy en serio la calidad con que se han elaborado las investigaciones. Mientras más fiabilidad tenga la data, más acertadas pueden ser las estrategias y tácticas de la campaña.
Y así sucede también en otros ámbitos, donde hay que tomar decisiones derivadas de esas mismas encuestas.