Amado Fuguet V.
La visión tradicional sobre el liderazgo suele ubicar al líder en el tope organizacional. Al fin y al cabo, es de esperar que quienes están al frente de una empresa o institución, son los llamados a llevar a ésta a una posición sobresaliente y exitosa.
Pero los seguidores también pueden ser líderes. No sólo sobre quienes les acompañan en posiciones por debajo de las que ocupan, sino sobre quienes son sus jefes.
Michael Useem, quien ha sido director del Centro de Liderazgo y Gerencia del Cambio en Wharton, Universidad de Pennsylvania, ha dicho que “si buscamos darle soporte a nuestros superiores, nuestra responsabilidad es proveerlo de información estratégica, asesoramiento oportuno y opciones reales”.
Aunque es cierto que los mandos medios tienen temor de ejercer ese rol, Useem recomienda fortaleza y perseverancia, porque es en estos niveles donde pueden apreciarse situaciones de riesgo y oportunidades no fácilmente detectables desde arriba. Con ello los seguidores pueden contribuir a que el líder, a su vez, pueda ejercer con mayor tino su propio liderazgo.
Esta interacción representa un doble reto. Para los líderes de primer nivel, la escucha se convierte en su mejor herramienta de comunicación. Para los seguidores, liderar hacia arriba exige una firme disposición a compartir información valiosa.
Otros investigadores de procesos de liderazgo han destacado que la interacción entre líderes y seguidores es crucial. Cuando no hay interrelación, no hay comunicación y, por ende, tampoco liderazgo.
Esa relación de liderazgo mutuo es esencial en situaciones difíciles, como las que hoy frecuentan a las organizaciones públicas y privadas venezolanas.