Amado Fuguet V.
Si existe algún ámbito donde reinan las redes de intercambio entre personas es en las organizaciones. Las interconexiones se superponen a la estructura formal jerárquica, creando una organización informal que, en cierta medida, refleja la caracterización de la cultura comunicacional interna.
Esta realidad se está reforzando con el uso intensivo de los medios sociales digitales. Lo que antes ocurría en la cafetería o el comedor de la empresa, por el teléfono fijo o, en épocas más recientes, por el e-mail corporativo y el mensaje de texto; ahora se escenifica en el mundo de las redes sociales. El «radio-pasillo» ha encontrado un par muy poderoso: el «Twitter-pasillo».
Muchas empresas, por razones de seguridad de la información en unos casos o para evitar distracciones del personal en otros, todavía restringen el acceso a Internet. Es entendible que así sea.
Pero las cosas han cambiado. Las telecomunicaciones móviles son propiedad del individuo, el uso de los teléfonos inteligentes se populariza y la conexión a las redes sociales no dependen exclusivamente del permiso que dé la empresa al trabajador para conectarse. Lo puede hacer en cualquier momento o lugar, dentro o fuera del trabajo.
Las organizaciones que se han percatado de esta irrefutable verdad han comenzado a crear espacios que permiten darle paso a una cultura comunicacional más abierta. Y las fórmulas para hacerlo son múltiples, des las redes públicas como Facebook o Twitter hasta aplicaciones explícitamente concebidas para el foro interno corporativo. El éxito está en que se desarrollen bajo una estrategia de beneficio mutuo empresa-colaboradores.
Ha llegado la era de las redes sociales internas.