Amado Fuguet V.
Analizar el entorno se tornó un drama ineludible para los gerentes venezolanos durante este año que cierra violentamente sus puertas.
Durante buena parte del 2010, ejecutivos y especialistas se concentraron en vaticinar los resultados de las elecciones que ocurrirían en septiembre, en anticipar cómo respondería la economía al gasto electoral, en saber hasta dónde llegaría la crisis con Colombia, en adivinar qué sectores serían expropiados, en vislumbrar las consecuencias del colapso eléctrico y en profetizar las nuevas leyes y regulaciones que se impondrían desde la Asamblea y el Estado en general, entre otros acertijos.
Cada pronóstico impactó el ritmo de la toma de decisiones gerenciales, en un marco donde la planificación a largo plazo pasó las de Caín y los juegos de escenarios se complicaron. Ha sido un año de frustraciones y dilemas para los planificadores.
El último trimestre ha sido especialmente arrollador. El avance de las tomas de empresas, las implicaciones desconocidas de la Ley Habilitante y el reacomodo total que representa el nuevo paquete de leyes, han puesto en un verdadero aprieto a empresarios y gerentes venezolanos, quienes desde este mismo mes están tratando de comprender las repercusiones que sobre sus empresas tendrá el nuevo parámetro legal en que tendrán que desenvolverse.
El entorno será por supuesto angustiante en los meses por venir, pues falta por saber el impacto que tendrá la diatriba política en la nueva Asamblea Nacional, la reacción que tendrá la sociedad ante las decisiones que se han tomado en las últimas semanas de 2010 y vaya usted a saber qué sorpresas -y no tan sorpresas- deparará 2011. Los oráculos gerenciales tendrán una ardua labor.
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