Amado Fuguet V.
Para los trabajadores, la probabilidad de quedar sin empleo en Venezuela es cada vez mayor. Esa es la tendencia. Ya el porcentaje de desocupados está a punto de superar el 10%, pues en agosto alcanzó el 9,6%, la tasa más alta en cuatro años.
En una economía en declive, es natural que así ocurra. Y cuando, para remate, hay políticas y actitudes que agobian a los generadores de puestos de trabajo, es inevitable que el volumen de desempleados siga escalando.
La posibilidad de que exista algo de crecimiento económico en 2011 no es suficiente para alentar a las empresas existentes a programar inversiones relevantes en los presupuestos que en estos momentos están preparando para el año que viene. Se registra, por el contrario, una tendencia a recortar los costos de producción y, con ello, a reducir la nómina o, en el mejor de los casos, a congelarla.
Esa es una mala noticia para los trabajadores. Pero hay otra peor: quedar sin empleo en Venezuela es cada vez más riesgoso. ¿Por qué? Porque, a diferencia de otras economías que han pasado por lapsos recesivos, y aunque un ministro diga como celebrando que en lo que va de año “es de sólo el 21%”, tenemos la inflación más alta de todo el planeta.
Ese es el riesgo: quedar sin chamba en un ambiente donde los precios suben al galope es el peor de los mundos.
Es por eso que cuando las empresas, nerviosas por el entorno, tratan de sobrevivir y ofrecen paquetes de salida a sus trabajadores, éstos no los aceptan porque temen que las liquidaciones se las coma la inflación.
Y ésta, de paso, es una de las causales por las cuales la conflictividad laboral entra en escena.