Amado Fuguet V.
Los equipos de Planificación y Finanzas, Análisis del entorno, Comunicaciones y Asuntos Públicos, Recursos Humanos, y los Comités Ejecutivos de las grandes y medianas empresas, intensifican esta semana sus proyecciones y diseños de escenarios sobre lo que serán los resultados de las próximas elecciones de diputados del domingo 26 de septiembre.
No es para menos. Para las empresas tiene un profundo significado lo que ocurra en estos comicios. Tanto, que muchas decisiones clave que las juntas directivas y los comités gerenciales debieron haber tomado a lo largo de este año, han sido postergadas para el último trimestre, una vez procesados los efectos que tendrían los resultados electorales.
En primer término, existe un conjunto de leyes en proyecto que limitan la actividad empresarial, otras que podrían restringir su actuación en determinados sectores, y algunas que generarían costos que afectarían sus niveles de resultados.
En segundo lugar, el veredicto electoral podría dar una señal más clara a los agentes económicos sobre el modelo político que prevalecerá a mediano y largo plazo, lo cual será decisivo para toma de decisiones mayores que involucren grandes inversiones.
El tercer aspecto está asociado al impacto que el propio resultado electoral pueda tener sobre posibles medidas económicas que podrían estar tomándose después del 26 de septiembre; e igualmente al efecto que el 26F supondría en las proyecciones de los índices económicos.
Y hay un cuarto aspecto que se vincula más con el estado anímico que privará a partir de entonces y que, de alguna forma, se expresará sintomáticamente dentro y fuera de las empresas. El clima empresarial y laboral cambiará, para bien o para mal.
Es una semana de expectativas para los ciudadanos,pero también para empresarios y gerentes.
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