Amado Fuguet V.
Si algún tema debe tomar relieve para la Gerencia venezolana bajo las actuales circunstancias, es el de las relaciones con los trabajadores. No sólo en las que corresponden a la díada sindicato-empresa, sino a la que atañe a la dinámica de gerentes y supervisores con los individuos y equipos de trabajo.
No son pocos los estudios de psicología organizacional que indican que la motivación y el compromiso del personal no radican exclusivamente en las condiciones económicas que se derivan del contrato laboral, ámbito dentro del cual se enmarca generalmente la gestión sindical. Es sin duda, un componente indispensable, pero no por ello el único condicionante.
Otros factores pueden ser tan o más relevantes que el salario y los beneficios contractuales. Un clima de trabajo interno retador, organizado, planificado, innovador, y participativo, donde la gente conozca adecuadamente las razones de su trabajo como individuo y como parte de un equipo, donde sepa claramente lo que de él se espera y la evolución de su desempeño y donde consiga apoyo para mejorar y progresar profesionalmente, pueden marcar la diferencia.
Eso exige que los gerentes y supervisores tengan un rol más activo y comprometido con la necesidad que tiene el trabajador de ser reconocido por sus logros, de ser asesorado para superar brechas y de ser tratado con respeto por sus jefes y colegas.
Para que los gerentes y supervisores puedan hacerlo, hace falta que sean orientados por el alto liderazgo, cuyo modelaje es tal vez la clave para que el compromiso de la gente se traduzca, por qué no decirlo, en la defensa de la organización ante los acosos del entorno.
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