Amado Fuguet V.
Publicado en El Mundo Economía y Negocios, lunes 14-12-2009Si algo marcó la gestión de las empresas venezolanas fue la profundización del cerco a través de controles, regulaciones y actuaciones de los organismos recaudadores y fiscalizadores.
Con posibilidades de diálogo escasas y un agotamiento de la vía gremial para lograr acuerdos con las autoridades oficiales, muchas empresas han tenido que lidiar con un ambiente normativo que les ha exigido hacer cambios en sus procesos internos para lograr sus objetivos de supervivencia o crecimiento.
Además, aquellas que dependen en alto grado de las importaciones, por ejemplo, han tenido que crear grupos gerenciales y de trabajo dedicados exclusivamente a gestionar los trámites con Cadivi. Otras han debido reforzar sus áreas de asuntos legales, para comprender tanto las leyes, como la interpretación que de ella hacen los funcionarios y los tribunales.
Otras organizaciones han optado por incorporar en sus estructuras gerencias cuyo rol específico es administrar las relaciones con el Estado, o departamentos inter-funcionales que coordinen las acciones para adelantar estrategias coherentes frente a las distintas gestiones que deben realizarse sobre las diferentes materias regulatorias que cruzan prácticamente todas las funciones de las empresas: laborales, ambientales, fiscales y aduanales, financieras, cambiarias, precios y abastecimiento, así como las relacionadas con la responsabilidad social o el régimen de propiedad en algunos casos.
Aún así, muchas empresas han sucumbido. Bien como efecto de la imposibilidad de superar los controles, o bien producto de tomas de control estimuladas por criterios ideológicos.