AMADO FUGUET VENTURA
El Gerente de Planificación tenía varias semanas retando a su equipo de análisis del entorno. “Cuáles son las 54 medidas?”, preguntaba a diario. “Necesitamos saberlo para nuestro ejercicio de planificación anual, y en la empresa estamos en época de programar el presupuesto”, insistía.
Los tres muchachos del equipo, un economista, un comunicador y un sociólogo, apelaban a sus fuentes. Pero nada, salvo que se emitirían bonos para bajar el permuta y la inflación, que se soltarían las divisas de Cadivi, y que habría una expansión del gasto por la temporada electoral del año siguiente, no atinaban con la respuesta que buscaba el jefe.
El jueves, al fin, estuvieron pegados al televisor, a la web, a la radio y al twitter, para elaborar la lista y tener escenarios para las reuniones de planificación pautadas para después del puente.
Lo que no previeron fue que en la sala situacional había quedado claro que los anuncios no podrían parecerse, para nada, a un paquete. “Los dejaremos con la guayabera afuera”, fue la táctica. Comunicacional y políticamente, no convenía sino hacer anuncios de objetivos y propósitos, nada de medidas. Salvo algunas pistas. Igual ocurrió el viernes.
Los tres jóvenes profesionales tuvieron que intercambiar impresiones y recurrir a las interpretaciones de sus asesores económicos, y políticos, para elaborar las proyecciones. Nada fácil. No es lo mismo la incertidumbre que se genera por no contar con la información adecuada, que la incertidumbre que genera un conjunto de medidas concretas.
El Gerente de Planificación no tuvo más remedio que ponerse la guayabera y fajarse a descifrar con su equipo un par de escenarios, a sabiendas de que en pocas semanas tendrá que revisarlos de nuevo. Qué paquete.