AMADO FUGUET VENTURA
La crisis económica que se ha ido incubando en el mercado local tiene dos componentes. El macro, caracterizado por la caída del PIB, la creciente inflación, el aumento del desempleo y la devaluación implícita del bolívar, como lo han advertido muchos economistas y ha comenzado a reconocer en público el gobierno. Y el micro, que alcanza el comportamiento de los agentes económicos: las empresas, los consumidores, los trabajadores, los ahorristas y los inversionistas.
Ana Julia Jatar, por muchos años profesora de microeconomía, sostiene la tesis de que es justo allí, en el ámbito empresarial, donde está la verdadera bomba. “El riesgo de una crisis microeconómica es una realidad cierta en Venezuela”, ha dicho.
La falta de repuestos e insumos, los problemas sindicales, la prestación deficiente de los servicios públicos, las nuevas regulaciones, las tomas de empresas, por nombrar algunos factores que inciden en el comportamiento operativo de las empresas, están impactando la productividad y los niveles de producción, sin mencionar el eco que tal cuadro genera en el clima de las organizaciones.
Es una situación que progresivamente se ha ido adueñando de las agendas de los ejecutivos venezolanos, tanto en empresas privadas como públicas. Y está exigiendo respuestas gerenciales en todas las áreas de las organizaciones, desde las operativas, pasando por las financieras y de mercadeo, hasta las relacionadas con los recursos humanos.
El liderazgo en las empresas está pasando por una dura prueba. Algunos ya han tirado la toalla. Otros están en cuarentena. Pero también hay quienes se han fajado con sus equipos de trabajo para no sucumbir y seguir creciendo.