AMADO FUGUET VENTURA
En el mundo organizacional uno de los traumas más socorridos por los psicólogos es lo que se denomina el “síndrome del superviviente”. Es lo que están viviendo en el mundo entero los trabajadores que permanecen en la empresa después de los recortes de personal consecuencia de la crisis económica. Se produce un efecto que puede ir desde el sentimiento de culpa, hasta una especie de luto y nostalgia por la falta de aquellos que hasta ayer fueron sus compañeros de trabajo y pasaron a engrosar la lista de desempleados.
Los líderes buscan, entonces, fórmulas para que este estado de ánimo sea superado, ya que la productividad, justo cuando más se necesita, cae a sus niveles más bajos. Es un momento de gran tensión, pues además se sobrecarga el trabajo. Y esto se convierte en una dura prueba para la gerencia, ya que su presencia en la empresa debe ser más visible que nunca. Los colaboradores de los líderes requieren de una comunicación interpersonal más frecuente y efectiva y una orientación sobre el futuro, una rutina necesaria incluso en épocas normales pero poco frecuente.
Pero el síndrome, según algunos psicólogos industriales, puede dar paso a un drama permanente si no desaparecen las causas por las cuales se han producido los recortes de personal. Los sobrevivientes sienten ahora temor a perder también su trabajo. Incluyendo a la propia gerencia, que corre el riesgo de caer en parálisis o estrés excesivo.
En nuestro país, ya se observan estos síntomas en la medida en que hay recesión, restricciones o intervenciones. Ya varias empresas comienzan a cerrar temporal o definitivamente y otras pasan a otro estatus de propiedad. Muchos empleos se van y otros se quedan. Pero el drama permanece.